De Palas de Rei a Arzúa (02-05-07)

Nos costó poco abandonar la habitación.

No dejábamos atras ningún derroche de comodidades y lujo.

La propuesta para hoy era bastante llevadera: aproximadamente 26 kilómetros sin largas cuestas y con una parada a medio camino para almorzar bastante atractiva: Melide y su pulpo. Y un final de etapa en el que para mí era el mejor albergue del camino: el de Ribadiso.

Pero la fortuna nos esperaba en el camino para aguarnos la propuesta.

Y nunca mejor dicho, pues fue la lluvia la que hizo desagradable el camino a Melide. A penas 15 kilómetros, pero fueron de camino fangoso, en medio de la lluvia. El agua acabó calándose en los pies de Dori y Joans, y comenzó a amenazar en forma de ampollas.
Así que el lento y largo camino a Melide fue tambien silencioso. Cada uno a su ritmo, intentando salvar cuanto antes la distancia entre las adversidades añadidas.

Como a unos cinco kilometros de Melide, hizo su aparición un grupito de peregrinos que aparecerían en los episodios futuros hasta Santiago: Fido Dido y sus amigas.

Al ritmo del "Vamos a contar mentiras, trai-lara..." nos adelantaron sin saludar. A la cabeza, Fido Dido: pesaría 40 kilos, con boina roja y pantalones bombachos de media caña color azul, que pedían a gritos las dos borlitas laterales, y botas. Parecía miembro de Cristo Rey, y por la pinta era conocido por todos los peregrinos.
Poco antes de llegar a Melide, nos encontramos con la aldea de Furelos, a la que se accedía por el puente del siglo XII que atravesaba el rio del mismo nombre.

Allí quisimos sellar nuestra credencial, y a las puertas de la pequeña iglesia de San Xoan (s.XIX)de Furelos parecía esperarnos su párroco y una parroquiana que le ayudaba en esos menesteres. Mientras ella nos selló las credenciales, el cura aprovechó para explicarle a Joans el por qué del gesto del Cristo crucificado que tenían allí, con uno de sus brazos caído como sirviendo ayuda al caminante. Joans atendió y asimiló la nutrida información del párroco y le dirigió al exterior, donde teníamos un lisiado más (Dori), al que tambien asistió con ánimos y apoyos clericales.

Nos despedimos de él y encaramos el kilómetro que nos separaba de Melide, donde pensabamos almorzar y desde donde Joans tenía decidido tomar un taxi para que los llevara a Arzúa, a 13 kilometros de distancia. Pero hacerlo a pie hubiera sido poner en riesgo el resto del camino y posiblemente, la reincorporación al trabajo el próximo lunes.

Así que paramos en Casa Ezequiel, conocida y anunciada pulpería, donde probamos el conocido pulpo de Melide, acompañado de unos fiambres y el grupito de Fido Dido.

Despues de almorzar, acompañé a Dori y Joans al taxi y les dejé mi mochila para reemprender el camino yo solo con las credenciales de los tres, que fuí sellando a lo largo del camino hasta Arzúa.

Definitivamente abandonabamos, un dia más, la posibilidad de dormir en albergue. Pero en mi ligero camino a Arzúa, el sol salió y me hizo disfrutar del paisaje, aunque mucho más pobre que el que nos acompañó hasta Portomarín.

Al llegar a Ribadiso, a dos kilómetros de Arzúa, el paisaje volvió a tener una belleza espectacular y aproveché el sellado de las credenciales en el albergue de Ribadiso para visitarlo y recordar la parada que en él hice hacía dos años. Pero ya volvía a llover y, de habernos quedado allí, no hubieramos podido disfrutar de la paz que el entorno en que se encontraba parecía querernos dar.

Reemprendí el camino a Arzúa, que tuve que atravesar en un interminable trayecto hasta el hotel Suiza, a la salida del pueblo, donde me esperaban Joans y Dori.

Me duché y Dori y Joans bajaron a comer algo mientras yo me encaré al ordenador para hacer mis primeras subidas al blog en pleno camino. Esto me tuvo ocupado desde las 4 hasta las 8 de la tarde, mientras Dori y Joans subieron a descansar a la habitación y a ver el partido de tenis sobre cesped y tierra entre Federer y Nadal.
Al finalizar el partido, estuvimos retocando los comentarios del blog y nos metimos a cenar (caldo gallego...) mientras vimos el partido entre el Milan y el Manchester (3-0), que dejó al Milan en la final que disputará a finales de Mayo contra el Liverpool.

Al finalizar el partido, nos subimos a la habitación y preparamos las mochilas antes de quedarnos hundidos en un profundo sueño.

Mañana, la penúltima etapa. La que nos debe llevar a Pedrouzo, a 19 kilometros de Santiago.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuantos recuerdos me trae arzúa,sus paisajes y sus maravillosos quesos!!!YO tb soy valenciana,y me ha gustado tanto GAlicia,que decidimos comprarnos una casa allí,por no hablar de sus gentes,amables y generosas.
REcomiendo a todo el mundo,hacer el camino,os cambiará la vida!